El estrés de ir en bicicleta

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22 sep, 10 El estrés de ir en bicicleta

El tramo del carril bici de Plaza de Armas es la encrucijada no siempre tranquila del tráfico ciclista: los de la Macarena, los de Triana, los de la Cartuja… y también los del Aljarafe. Salud, sostenibilidad, nervios.

El tráfico de los coches zumba en todas direcciones y los timbres de las bicicletas suenan una y otra vez, "apártate del carril". El chico que pedalea a toda velocidad le grita esto a los que se van cruzando en su camino. El tramo del carril bici que pasa por delante de la estación de autobuses de Plaza de Armas va en paralelo con el edificio, el cual le da un agradable trocito de sombra. Su color verde recortado sobre el gris de la acera muestra el camino a todos los que opten por el llamado ecotransporte, la bicicleta.

La verdad es que está bastante bien conservado, sin baches, ni fisuras, ni obstáculos para los ciclistas. Para ser sinceros no es una de las partes más tranquilas del carril bici que atraviesa toda Sevilla, más bien lo contrario. Los coches salen de la Avenida de Torneo, para ir hacia el Puente de la Expiración, peleándose con los taxis que salen de su carril, y cortando el tráfico con su gran tamaño los autobuses rojos y verdes que asoman por la esquina de la calle.

Bicicletas y automóviles confluyen en el semáforo que cruza el bulevar, semáforo que sólo dura unos pocos segundos y que la gente cruza a la carrera. Junto a la estación hay una parada de Sevici que no se presta precisamente a perder el tiempo: una chica llega pedaleando rápidamente y con el tiempo justo para soltar la bici y escuchar el pitido que indica que está bien sujeta en la borneta, se coloca el bolso sobre el hombro y sigue corriendo hacia la estación.

Un hombre con una maleta pequeña se acerca a las bicis, palpa las ruedas de una y el sillín; cuando está convencido la coge y coloca precariamente sus pertenencias en la cesta. Las maletas junto con sus dueños no paran de entrar y salir de la estación. Este tramo del carril es un camino común para mucha gente de la ciudad y de fuera de ella.

La gente que cruza para seguir su camino hacia Triana, los que siguen de frente para ir al centro comercial o los que continúan calle abajo para ir al centro de la ciudad. Por otro lado los que vienen de La Macarena y de las escaleras de la estación. Personas que bajan del Aljarafe en su coche pero que para moverse por la ciudad optan por la bicicleta.
El resultado es un carril lleno de gente en ambas direcciones en el que los peatones que decidan invadirlo tendrán que tener mucho cuidado o recibirán una sonora reprimenda.

Pero también están los monopatines, patinetes y demás tablas con ruedas que cruzan velozmente la acera haciendo zigzag. Jugando entre los peatones o entre sus propios compañeros de ruedas avanzan hacia el parque de skate que hay junto al río. También los patines tienen su minuto de gloria en esta carrera loca, en grupo o en solitario pero con los auriculares en las orejas siempre. Hace gracia ver a uno de ellos con pantalones anchos, sin camiseta, con una banda morada en la cabeza y con llamativos auriculares azules, esperar a que el semáforo se abra dando vueltas al mismo mientras que un grupo de abuelitas lo miran ceñudas.

Todos ellos (patinetes, monopatines y patines) reclaman tener su trocito en el carril bici; y por ello entran y salen de él con total indiferencia para, con esa misma indiferencia, recibir los pitidos de los ciclistas. A algunos sí les molesta esto, a otros no, igual que hay ciclistas más generosos y otros menos. Para quienes no hay piedad es para los que deciden que su maleta rueda mejor sobre el liso carril que sobre la acera. Esos reciben los timbrazos con toda la intensidad posible.

Salvo algún descontrol que otro, todo el mundo que circula por este carril se entiende bien con su prójimo. No les queda otra viendo la cantidad de gente que circula por él a todas horas y con la lucha constante con peatones y vehículos. Merece la pena conservar bien este tramo, por todos los que lo usan y así ahorran un poco de CO2 al planeta. Pese a todo, la banda sonora de estos ciclistas sigue teniendo un volumen alto. Los coches siguen pasando por su lado a toda velocidad, en una carrera continua por llegar antes al semáforo en verde. Aquí todos apuestan por ese color.

Fuente: EL Correo de Andalucía / Marina G. Abarrategui

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